La verdad que no se como comenzar este texto, la cuestión es que uno trata de encontrar las palabras justas para una introducción, un problema y un final, pero a veces no existe eso.
“Señores tengo un problema: entré esta carrera sin estar muy segura de lo que quería, pero lo comencé porque sí. Mi familia es un desastre, mi terapeuta me estafa, no encuentro personas en las que confiar y no se para donde disparar.
A veces me siento un vegetal, sin motivo de existencia alguna, soy como la cucaracha negra de aquel rincón de la cocina más sucia de la casa, aquella molesta, antihigiénica y sin sentido de hacer un bien.”
Comentarios:
Anonimo1: “Y bueno querida que queres que te diga, no servís...”
Autora: Pero no me digas eso que no me hace bien…
A1: ¿Pero no te das cuenta que no la remas?
Autora: ¿Que no remo que?
A1: ¿No te das cuenta que te estas armando tu propia tumba? Vamos, levántate y anda!
“Y he decido levantarme y andar, tal como me dijo esta mujer. Pero no tengo fuerzas, que hago, dígame, dígame.”
Comentario:
……
“¿Y la mujer donde anda? No me ha contestado mi problema… ¿Dónde estas? ¿Por que me siento tan sola? La verdad que no se que hacer con mi vida, mi madre no me entiende, me obliga a hacer las cosas y mis amigas ni me escuchan.”
Comentario:
A2: ¿Que te anda pasando? contame
Autora: ¿Cómo decirte? Siento que todo me anda mal, simplemente para el traste.
A2: ¿Queres que nos juntemos a tomar un café?
Autora: La verdad que no se, no es muy seguro Internet estos días, pero por otra parte me viene muy bien tener a alguien que me escuche.
A2: y bueno, cuando quieras estoy a tu disposición.
Autora: Pasame tu e-mail y vemos…
[Luego de varios meses]
“He descubierto que la vida esta llena de casualidades, y te sorprende a veces. Hace unos meses atrás, sentía que tenia el mundo en contra mío, y estaba a punto de dejarlo para irme al mas allá; pero me di cuenta que era una cobarde, que no podía enfrentar mis miedos y hacerle frente a ESO que me causaba ser así.
Por cuestiones de la vida me topé con una persona, un tal anónimo 2, que me presto su oreja y se hizo cargo de mi vida sin conocerme. Al principio no entendía porque quería ayudarme, ¿yo qué le había hecho para que me tratara tan bien? Luego me di cuenta que ella era igual que todos nosotros; uno mas del montón, alguien que también necesitaba una ayuda, y que ayudándome a mi se sentía mejor, mas útil en la vida y por ende feliz.
Y los días pasaron y nosotras nos seguíamos viendo cada vez mas seguido, y nos hicimos amigas, y ella lloro delante mío, y yo también. Me hacia bien contarle mis cosas y no le estaba pagando para que hiciera eso, ¡era sorprendente!
No digo que mi vida ha cambiado radicalmente, pero por lo menos no existe ni el más mínimo pensamiento de dejar este mundo, ni el más mínimo.
He descubierto que se puede resurgir de las cenizas y volver a vivir, yo lo he comprobado.”
